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ACTOS CONMEMORATIVOS DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO
24 y 25 de mayo de 2012
Como es habitual, el día 24 de mayo a partir de las 21.30 hs. se l evó a cabo la tradicional cena previa a la Fecha Patria en los Salones Leval e, Broquen y Viejobueno. Asistieron, aproximadamente, unas cuatrocientas personas, incluyendo socios de la Institución, familiares, invitados especiales y miembros de la Honorable Comisión Sobre la medianoche se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino y, a posteriori, el señor presidente del Círculo Militar, general de brigada Carlos Félix Vernengo dirigió un breve discurso y realizó el brindis de estilo. El día 25 de mayo desde las 10.30 hs. en los jardines del Palacio Paz se realizó el habitual izamiento de la Enseña Patria, Los socios, familiares y amigos, en importante presencia, cantaron Al término, los concurrentes se dirigieron al salón Broquen donde se conmemoró la fecha con palabras a cargo del director de Editorial y Cultura, coronel Roque Ángel Martel o. A través de nuestros jóvenes 131 años de vida y como lo hacemos desde hace 74 años, en este Palacio Paz, una joya arquitectónica de principios del siglo XX, el Círculo Militar nos reúne, nuevamente, para honrar a “Mayo”, a sus hombres y mujeres, que con su esfuerzo, sencillez, trabajo e ideales nos han indicado el camino a seguir. La celebración de todo aniversario incita a la reflexión. Se toma conciencia histórica del acontecimiento, recordando su origen, midiendo nuestra responsabilidad presente y vislumbrando el futuro. Un corazón formado en la intriga y habituado al crimen no puede ocultar por mucho tiempo el veneno que lo alimenta y aunque la explosión de su malicia se dilata algunas veces, al fin se descubre sus progresos. La muerte será la mayor recompensa de mis fatigas, cuando haya visto ya expirar a todos los enemigos de mi patria, porque entonces nada tendrá que desear mi corazón y mi esperanza queda. Estas palabras fueron pronunciadas por uno de esos pocos hombres que lucharon hasta su propia tumba por ver una verdadera nación gobernada por su pueblo: Juan José Castelli. Cuando en un frío día de otoño, nacía en el corazón del Virreinato del Río de la Plata una nueva idea de Patria que, como todo nacimiento, había comenzado a gestarse tiempo atrás, en las entrañas de la tierra americana y en el espíritu de sus hombres, perfilando una identidad distintiva que pujaba por salir a la luz del mundo, reclamando su derecho a la propia existencia. En aquellos momentos, Buenos Aires era ya una antorcha visible de la América de origen hispano, capital de un Virreinato extensísimo. Su puerto demostraba la incipiente riqueza de estas tierras, nacida de la ferocidad prodigiosa de la naturaleza. Tres siglos de colonización en estas tierras, sin minas de plata, trajeron a nuestro suelo al inmigrante, campesino y trabajador, que ocupó, al decir del poeta, este “inmenso desierto verde donde la vista se pierde sin tener donde posar”, a divergencia de aventureros o nobles segundones, ávidos de riquezas rápidas y fáciles, que tomaron rumbo hacia otros lares de aquel vasto imperio español. Algunos hijos de estos colonos, unían a este espíritu su vocación de servicio al progreso y a la libertad. Muchos de ellos, educados en los famosos claustros de la época, volvían con sólidos conocimientos sobre la organización y funcionamiento de las naciones más adelantadas y empapados por las nuevas tendencias republicanas que soplaban en Europa. Fueron dos invasiones inglesas las que despertaron la siesta colonial. Ya se iniciaba los gérmenes de la independencia que brotaban del espíritu de aquellos españoles: tanto más briosos y reacios a acatar lejanas soberanías, cuanto más se sienten retoños indomables del tronco milenario de su casta. Muy claro lo expresa Mitre al decir: “Al comenzar el año 1810, la Revolución estaba consumada en la esencia de las cosas, en la conciencia de los hombres y en las tendencias irresistibles de la opinión que hacía converger todas las cosas hacia un objetivo determinado”. Las naves, procedentes de Europa, traían las noticias de España. Andalucía en manos de los franceses, la Junta Central de Sevilla disuelta. el caos por doquier en la Península. Cisneros no tenía autoridad para mantener ni transferir el poder que, a nombre de Fernando VII, ahora prisionero, le había otorgado un mando que con estos hechos se tornaba inexistente. He aquí que los revolucionarios de Mayo, Saavedra; Belgrano; Terrada; Rodríguez; Castex, Cerviño, Ortíz de Ocampo, Melían, Pereyra Lucena y tantos otros que sabían que la primera exigencia de América era la independencia de hecho de la metrópoli y que, para fundar la libertad, era preciso emancipar primero la Patria. Y así lo hicieron. ¿Qué quiere decir Mayo? Autonomía, ejercicio del libre pensamiento, progreso, acción y concurrir mil veces cuando el toque del clarín convoque bajo la enseña que nos une y guía. Es la fina percepción de Estrada cuando rescata ¿Sabéis por qué la gloria de Mayo es mi gloria y también la vuestra? ¿Por qué fue la de nuestros padres y será la de nuestros hijos? Porque no hay hombre que profane su sacrosanto nombre, ni caudillo, ni partido que reivindique sus laureles. La Patria, es una unidad espiritual, que se logra con el sacrificio de hombres que fueron ejemplares y que alumbran el camino a las jóvenes generaciones. Es la raíz vivificante de la Nación, la cual es la instancia que otorga significado al Estado. En su inicio, la raíz patriótica germinó con fuerza. Pero ahora, en las fiestas Patrias que se deben recordar a los próceres, hombres y mujeres, que nos precedieron, muy poco celeste y blanco se vislumbra. ¿Dónde está el 25 y su homenaje? ¿Mi patria y mis colores? ¿Mi símbolo y mi pueblo? Perdidos en los cánticos de división, de colores y símbolos de segregación. Entonces ¿dónde está la unión de pueblo que tanto se pregona? Tal vez, podemos observar que nuestra Argentina “ha muerto”. Concepto muy fuerte pero preocupante cuando viene de un filósofo y sociólogo como Alain Touraine. Hay otros que sostienen que Argentina aun está por nacer y hay quienes dicen que sólo está muy herida. No hay uniformidad de percepción respecto a nuestra propia identidad: ¿Quiénes somos? ¿Qué es Existen tres conceptos diferentes que muchos dirigentes confunden de manera reiterada, dando El Estado, es una unidad política, de nadie en particular. Debemos abandonar esa conducta política La Nación, es una unidad histórica, por ende debemos consolidar el conocimiento histórico. La Patria es una realidad viviente más necesaria que cualquier sistema ideológico. A todos nos sobrevive y aventaja, con la misma superioridad que los sentimientos a las ideas. Nuestra Patria está perdiendo sentido. Quizás parafraseando a un pensador: “Su esencia se diluye. En términos metafísicos, se volatiliza nuestro ser nacional y es la gran ausente de la época”. Estamos viviendo una renovación cultural que busca hacer un hombre nuevo, pero hacerlo desarraigándolo de su pasado, de sus valores, de su fe, de la historia y cuando una generación olvida la razón por la cual sus muertos han ofrendado sus vidas, más aún, cuando les vuelve con indiferencia la espalda; cuando los niega, cuando los ignora, está olvidando sus raíces y cuando esto ocurre se transforma en una gran incertidumbre. El incumplimiento de la palabra, la deshonestidad, la falta de respeto al prójimo nos está llevando aceleradamente a la ruina y ésta no está en las cosas que se deterioran sino en el espíritu humano que se va acostumbrando al deterioro. En definitiva, espíritu contrario al sentir y hacer de mayo que hoy recordamos. También, en el plano internacional hemos instalado una incoherencia absoluta, que nos desprestigia Debemos reconocer en aquellos hombres a los guías genuinos que necesitó la Patria en sus orígenes. Ellos pusieron a su servicio inteligencia política, hondo espíritu emancipador, firmeza de carácter y desprendimiento de todo provecho personal. Comprendieron que no podían retroceder en su marcha porque había un pueblo consciente de su dignidad y su derecho a ser libre. Vale, entonces, recordar las palabras de aquel abogado y gran General, Manuel Belgrano: “Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce, lo que vale, lo que puede y lo que sabe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte, mudar de tiranos, sin destruir la tiranía”. Hoy el sol de mayo se muestra esquivo y pareciera dirigir su luz y su adhesión a la hipocresía de lo que hace tres décadas asolaron al país de muerte y terror. La memoria frágil de una parte de esta sociedad que se cobijó en nuestro sacrifico, inclina la balanza hacia quienes ensangrentaron el suelo argentino. La difícil encrucijada en que nos encontramos exige el concurso patriótico de todos sus hijos, civiles y militares, en pos del proyecto de grandeza definido por nuestro prohombres. Esto no se logra con la discordia, las rivalidades, los enconos y los deseos de venganza, sino trabajando juntos por un futuro y no profundizando los desencuentros del pasado. En esta hora emotiva del glorioso recuerdo, haga cada uno un sereno examen de conciencia y asuma la actitud gallarda de su indeclinable responsabilidad. La proclama emancipadora de aquel día auroral de Mayo vibra con tonalidades de sempiterna ansiedad. Recojamos el mandato de aquellos iluminados formadores de la venturosa gesta y demos a la Patria días de gloria, episodios de nobleza y vigencia de eternidad, rindiendo un sincero homenaje a todos los héroes que, durante estos 202 años, supieron fecundar la Nación que hoy nos cobija. Por último, haciendo votos a que Jesucristo, señor de la historia, bendiga a nuestra Argentina para que nos fortalezca y de la sangre derramada por aquellos que creyeron que el 25 de mayo era el grito de libertad, podamos, con justicia y concordia exclamar a los cuatro puntos cardinales de nuestro país y del mundo: ¡Argentina! ¡Canta y camina! ¡

Source: http://www.1884editorial.com.ar/actos%2024%20y%2025%20de%20mayo.pdf