(Al levantarse el telón está YERMA dormida con un tabanque de costura a los pies.
La escena tiene una extraña luz de sueño. Un pastor sale de puntillas mirando
fijamente a YERMA. Lleva de la mano a un niño vestido de blanco.
Suena el reloj. Cuando sale el pastor, la luz se cambia por una
alegre luz de mañana de primavera. YERMA se despierta.)
YERMA.?Trabajas mucho y no tienes tú cuerpo para resistir los trabajos.
JUAN.?Cuando los hombres se quedan enjutos se ponen fuertes como el acero.
YERMA.?Pero tú no. Cuando nos casamos eras otro. Ahora tienes la cara blanca como si no te
diera en ella el sol. A mí me gustaría que fueras al río y nadaras y que te subieras al tejado
cuando la lluvia cala nuestra vivienda. Veinticuatro meses llevamos casados, y tú cada vez más
triste, más enjuto, como si crecieras al revés.
YERMA.?(Levantándose.) No lo tomes a mal. Si yo estuviera enferma me gustaría que tú me
cuidases. “Mi mujer está enferma. Voy a matar ese cordero para hacerle un buen guiso de
carne.” “Mi mujer está enferma. Voy a guardar esta enjundia de gallina para aliviar su pecho,
voy a llevarle esta piel de oveja para guardar sus pies de la nieve.”Así soy yo. Por eso te cuido.
JUAN.?Es que no tengo nada. Todas esas cosas son suposiciones tuyas. Trabajo mucho. Cada
YERMA.?Cada año. Tú y yo seguiremos aquí cada año.
JUAN.?(Sonriente.) Naturalmente. Y bien sosegados. Las cosas de la labor van bien, no
YERMA. ? Yo conozco muchachas que han temblado y que lloraban antes de entrar en la cama
con sus maridos. ¿Lloré yo la primera vez que me acosté contigo? ¿No cantaba al levantar los
embozos de holanda? Y no te dije, ¡cómo huelen a manzanas estas ropas!
YERMA.?Mi madre lloró porque no sentí separarme de ella. ¡Y era verdad! Nadie se casó con
JUAN.? Calla. Demasiado trabajo tengo yo con oír en todo momento.
YERMA.?No. No me repitas lo que dicen. Yo veo por mis ojos que eso no puede ser. A fuerza
de caer la lluvia sobre las piedras éstas se ablandan y hacen crecer jaramagos, que las gentes
dicen que no sirven para nada. "Los jaramagos no sirven para nada", pero yo bien los veo
mover sus lores amarillas en el aire.
YERMA.? Sí; queriendo. (YERMA abraza y besa al marido, tomando ella la iniciativa.) ,
JUAN.?Si necesitas algo me lo dices y lo traeré. Ya sabes que no me gusta que salgas.
JUAN.?La calle es para la gente desocupada.
(El marido sale y YERMA se dirige a la costura, se pasa la mano por el vientre, alza los brazos
en un hermoso bostezo y se sienta a coser.)
¡Que se agiten las ramas al sol y salten las fuentes alrededor!
(YERMA queda cantando. Por la puerta entra MARÍA, que viene con un lío de ropa.)
MARÍA.?Por mi gusto hubiera esperado en la puerta a que abrieran; y ¿a que no sabes lo que
YERMA.? Habrás comprado café para el desayuno, azúcar, los panes.
MARÍA.?No. He comprado encajes, tres varas de hilo, cintas y lanas de color para hacer
madroños. El dinero lo tenía mi marido y me lo ha dado él mismo.
(Queda con la cabeza baja. YERMA se levanta y queda mirándola con admiración.)
YERMA.?(Con curiosidad.) ¿Y qué sientes?
YERMA. ? Angustia. (Agarrada a ella.) Pero. ¿cuándo llegó?. Dime. Tú estabas descuidada.
YERMA. ? Estarías cantando, ¿verdad? Yo canto. Tú. dime.
MARÍA.?No me preguntes. ¿No has tenido nunca un pájaro vivo apretado en la mano?
MARÍA.?Pues, lo mismo., pero por dentro de la sangre.
YERMA. ? ¡Qué hermosura! (La mira extraviada.)
MARÍA. ? Estoy aturdida. No sé nada.
MARíA.?De lo que tengo que hacer. Le preguntaré a mi madre.
YERMA. ¿Para qué? Ya está vieja y habrá olvidado estas cosas. No andes mucho y cuando
respires respira tan suave como si tuvieras una rosa entre los dientes.
MARÍA.?Oye, dicen qur más adelante te empuja suavemente con las piernecitas.
YERMA.?Y entonces es cuando se le quiere más, cuando se dice ya: ¡mi hijo!
MARÍA.?En medio de todo tengo vergüenza.
MARÍA.?No me lo dice, pero se pone junto a mí y sus ojos tiemblan como dos hojas verdes.
MARÍA.?No sé. Pero la noche que nos casamos me lo decía constantemente con su boca puesta
en mi mejilla, tanto que a mí me parece que mi niño es un palomo de lumbre que él me deslizó
MARÍA.?Pero tú estás más enterada de esto que yo.
MARÍA.?¡Es verdad! ¿Por qué será eso? De todas las novias de tu tiempo tú eres la única. .
YERMA.?Es así. Claro que todavía es tiempo. Elena tardó tres años y otras antiguas del tiempo
de mi madre mucho más, pero dos años y veinte días, como yo, es demasiada espera. Pienso
que no es justo que yo me consuma así. Muchas noches salgo descalza al patio para pisar la
tierra, no sé por qué. Si sigo así, acabaré volviéndome mala.
MARÍA.?Pero ven acá, criatura; hablas como si fueras una vieja. ¡Qué digo! Nadie puede
quejarse de estas cosas. Una hermana de mi madre lo tuvo a los catorce años, ¡y si vieras qué
MARÍA.?Lloraba como un torito, con la fuerza de mil cigarras cantando a la vez y nos orinaba y
nos tiraba de las trenzas, y cuando tuvo cuatro meses nos llenaba la cara de arañazos.
YERMA.?(Riendo.) Pero esas cosas no duelen.
YERMA.?¡Bah! Yo he visto a mi hermana dar de mamar a su niño con el pecho lleno de grietas
y le producía un gran dolor, pero era un dolor fresco, bueno, necesario para la salud.
MARÍA.?Dicen que con los hijos se sufre mucho.
YERMA.?Mentira. Eso ló dicen las madres débiles, las quejumbrosas. ¿Para qué los tienen?
Tener un hijo no es tener un ramo de rosas. Hemos de sufrir para verlos crecer. Yo pienso que
se nos va la mitad de nuestra sangre. Pero esto es bueno, sano, hermoso. Cada mujer tiene
sangre para cuatro o cinco hijos y cuando no los tiene se le vuelve veneno, como me va a
YERMA.?Siempre oí decir que las primerizas tienen susto.
MARÍA. ? (Tímida.) Veremos. Como tú coses tan bien. . .
YERMA.?(Cogiendo el lio.) Trae. Te cortaré dos trajecitos. ¿Y esto?
MARÍA.?Entonces. Hasta luego. (Se acerca y YERMA le coge amorosamente el vientre con las
YERMA.?No corras por las piedras de la calle.
YERMA.?Vuelve pronto. (YERMA queda en la misma actitud que al princípio. Coge las tijeras y
empieza a cortar. Sale VÍCTOR,) Adiós, Víctor.
VÍCTOR.?(Es profundo y lleva firme gravedad.) ¿Y Juan?
YERMA.?(Ríe.) Los voy a rodear de encajes.
VÍCTOR.?Si es niña le pondrás tu nombre.
YERMA.? (Casi ahogada.) No. . .,no son para mí. Son para el hijo de María.
VÍCTOR.?Bueno, pues a ver si con el ejemplo té animas. En esta casa hace falta un niño.
VÍCTOR.?Pues adelante. Dile a tu marido que piense menos en el trabajo. Quiere juntar dinero
y lo juntará, pero ¿a quién lo va a dejar cuando se muera? Yo me voy con las ovejas. Dile a
Juan que recoja las dos que me compró, y en cuanto a lo otro, ¡que ahonde! (Se va sonriente.)
(YERMA, que en actitud pensativa se levanta y acude al sitio donde ha estado VÍCTOR y respira
fuertemente, como si aspirara aire de montaña, después va al otro lado de la habitación como
buscando algo y de allí vuelve a sentarse y coge otra vez la costura. Comienza a coser y queda
(Campo. Sale YERMA, Trae una cesta. Sale la VIEJA 1ª)
VIEJA 1ª?Buenos los tenga la hermosa muchacha. ¿Dónde vas?
YERMA.?Vengo de llevar la comida a mi esposo, que trabaja en los olivos.
VIEJA 1ª?¿Llevas mucho tiempo de casada?
VIEJA 1ª??¿Por qué no? (Se sienta.) También yo vengo de traer la comida a mi esposo Es viejo.
Todavía trabaja. Tengo nueve hijos como nueve soles, pero como ninguno es hembra, aquí me
YERMA.?Usted vive al otro lado del río.
VIEJA 1ª?Sí. En los molinos. ¿De qué familia eres tú?
YERMA.?Yo soy hija de Enrique el pastor.
VIEJA 1ª?¡Ah! Enrique el Pastor. Lo conocí. Buena gente. Levantarse. Sudar, comer unos panes
y morirse. Ni más juego, ni más nada. Las ferias para otros. Criaturas de silencio. Pude
haberme casado con un tío tuyo. Pero ¡ca! Yo he sido una mujer de faldas en el aire, he ido
flechada a la tajada de melón, a la fiesta, a la torta de azúcar. Muchas veces me he asomado
de madrugada a la puerta creyendo oír música de bandurrias que iba, que venía, pero era el
aire. (Ríe.) Te vas a reír de mí. He tenido dos maridos, catorce hijos, cinco murieron y, sin
embargo, no estoy triste, y quisiera vivir mucho más. Es lªo que digo yo. Las higueras, ¡cuánto
duran! Las casas, ¡cuánto duran!, y sólo nosotras, las endemoniadas mujeres, nos hacemos
YERMA.?Yo quisiera hacerle una pregunta.
VIEJA 1ª?¿A ver? (La mira.) Ya sé lo que me vas a decir. De estas cosas no se puede decir
YERMA.?(Deteniéndola.) ¿Por qué no? Me ha dado confianza el oírla hablar. Hace tiempo estoy
deseando tener conversación con mujer vieja. Porque yo quiero enterarme. Sí. Usted me dirá .
YERMA.?(Bajando la voz.) Lo que usted sabe. ¿Por qué estoy yo seca? ¿Me he de quedar en
plena vida para cuidar aves o poner cortinitas planchadas en mi ventanillo? No. Usted me ha de
decir lo que tengo que hacer, que yo haré lo que sea, aunque me mande clavarme agujas en el
VIEJA 1ª?¿Yo? Yo no sé nada. Yo me he puesto boca arriba y he comenzado a cantar. Los hijos
llegan como el agua. ¡Ay! ¿Quién puede decir que este cuerpo que tienes no es hermoso? Pisas,
y al fondo de la calle relincha el caballo. ¡Ay! Déjame, muchacha, no me hagas hablar. Pienso
YERMA. ¿Por qué? ¡Con mi marido no hablo de otra cosa!
VIEJA 1ª?Oye. ¿A ti te gusta tu marido?
VIEJA 1ª?Que si lo quieres. Si deseas estar con él. . .
VIEJA 1ª?¿No tiemblas cuando se acerca a ti? ¿No te da así como un sueño cuando acerca sus
YERMA. ? No. No lo he sentido nunca.
V1EJA 1ª? ¿Nunca? ¿Ni cuando has bailado?
YERMA.? (Recordando.) Quizá. . . Una vez . . . Víctor . . .
YERMA.?Me cogió de la cintura y no pude decirle nada porque no podia hablar. Otra vez el
mismo Victor, teniendo yo catorce años (él era un zagalón) , me cogió en sus brazos para
saltar una acequia y me entró un temblor que me sonaron los dientes. Pero es que yo he sido
YERMA.?Mi marido es otra cosa. Me lo dio mi padre y yo lo acepté. Con alegría. Esta es la pura
verdad. Pues el primer día que me puse de novia con él ya pensé. . . en los hijos. Y me
miraba en sus ojos. Sí, pero era para verme muy chica, muy manejable, como si yo misma
VIEJA 1ª?Todo lo contrario que yo. Quizá por eso no hayas parido a tiempo. Los hombres
tienen que gustar, muchacha. Han de deshacernos las trenzas y darnos de beber agua en su
YERMA.?El tuyo, que el mío no. Yo pienso muchas cosas, muchas, y estoy segura que las cosas
que pienso las ha de realizar mi hijo. Yo me entregué a mi marido por él, y me sigo entregando
para ver si llega, pero nunca por divertirme.
YERMA.?No, vacía no, porque me estoy llenando de odio. Dime: ¿tengo yo la culpa? ¿Es preciso
buscar en el hombre al hombre nada más? Entonces, ¿qué vas a pensar cuando te deja en la
cama con los ojos tristes mirando al techo y da media vuelta y se duerme? ¿He de quedarme
pensando en él o en lo que puede salir relumbrando de mi pecho? Yo no sé, ¡pero dímelo tú,
VIEJA 1ª?¡Ay, qué flor abierta! Qué criatura tan hermosa eres. Déjame. No me hagas hablar
más. No quiero hablarte más. Son asuntos de honra y yo no quemo la honra de nadie. Tú
sabrás. De todos modos debías ser menos inocente.
YERMA. ? (Triste.) Las muchachas que se crían en el campo como yo, tienen cerradas todas las
puertas. Todo se vuelve medias palabras, gestos, porque todas estas cosas dicen que no se
pueden saber. Y tú también, tú también lo callas y lo vas con aire de doctora, sabiéndolo todo,
pero negándolo a la que se muere de sed.
VIEJA 1ª?A otra mujer serena yo le hablaría. A ti no. Soy vieja, y sé lo que digo.
YERMA.?Entonces, que Dios me ampare.
VIEJA 1ª?Dios, no. A mí no me ha gustado nunca Dios. ¿Cuándo os vais a dar cuenta de que no
existe? Son los hombres los que te tienen que amparar.
YERMA.?Pero ¿por qué me dices eso, por qué?
VIEJA 1ª?(Yéndose.) Aunque debía haber Dios, aunque fuera pequeñito, para que mandara
rayos contra los hombres de simiente podrida que encharcan la alegría de los campos.
YERMA.?No sé lo que me quieres decir.
VIEJA 1ª?Bueno, yo me entiendo. No pases tristeza. Espera en firme. Eres muy joven todavía.
¿Qué quieres que hags yo? (Se va. Aparecen dos MUCHACHAS.)
MUCHACHA lª ? Por todás partes nos vamos encontrando gente.
YERMA.?Con las faenas, los hombres están en los olivos, hay que traerles de comer. No quedan
MJCHACHA 1ª?Yo llevo mucha prisa. Me dejé al niño dormido y no hay nadie en casa.
YERMA.?Pues aligera, mujer. Los niños no se pueden dejar solos. ¿Hay cerdos en tu casa?
MUCHACHA 1ª?No. Pero tienes razón. Voy de prisa.
YERMA.?Anda. Así pasan las cosas. Seguramente lo has dejado encerrado.
YERMA.??Sí, pero es que no os dais cuenta lo que es un niño pequeño. La causa que nos
parece más inofensiva puede acabar con él. Una agujita, un sorbo de agua.
MUCHACHA 1ª?Tienes razón. Voy corriendo. Es que no me doy bien cuenta de las cosas.
MUCHACHA 2ª?Si tuvieras cuatro o cinco no hablarías así.
YERMA. ¿Por qué? Aunque tuviera cuarenta.
MUCHACHA 2ª? De todos modos, tú y yo, con no tenerlos, vivimos más tranquilas.
MUCHACHA 2ª?Yo, sí ¿Qué afán! En cambio, mi madre no hace más que darme yerbajos pare
que los tenga, y en octubre iremos al Santo que dicen que los da a la que lo pide con ansia. Mi
MUCHACHA 2ª?Porque me han casado. Se casan todas. Si seguimos así no va a haber solteras
más que las niñas. Bueno, y además., una se casa en realidad mucho antes de ir a la iglesia.
Pero las viejas se empeñan en todas estas cosas. Yo tengo diecinueve años y no me gusta
guisar, ni lavar. Bueno, pues todo el día he de ester haciendo lo que no me gusta. ¿Y pare qué?
mi marido? Porque lo mismo hacíamos de novios que ahora. Tonterías de los viejos.
MUCHACHA 2ª?También tú me dirás loca, ¡la loca, la local (Ríe.) Yo te puedo decir lo único que
he aprendido en la vida: toda la gente está metida dentro de sus casas haciendo lo que no les
gusta. Cuánto mejor se está en medio de la calle. Ya voy al arroyo, ya subo a tocar las
campanas, ya me tomo un refresco de anís.
MUCHACHA 2ª?Claro, pero no estoy loca. (Ríe.)
YERMA.?¿Tu madre vive en la parte más alta del pueblo?
MUCHACHA 2ª?Dolores. ¿Por qué preguntas?
YERMA.?No sé. . ., es un decir. . .
MUCHACHA 2ª?Allá tú. . . Mira, me voy a dar la comida a mi marido. (Ríe.) Es lo que hay que
ver. Qué lástima no poder decir mi novio, ¿verdad? (Ríe.) ¡Ya se va la loca! (Se va riendo
(Va a salir y se tropieza con VÍCTOR que entra.)
VÍCTOR ?(Alegre.) ¿Dónde va lo hermoso?
YERMA.?¡Qué bien! Nunca te había sentido.
YERMA.?Y qué voz tan pujante. Parece un chorro de agua que te llena toda la boca.
YERMA.?No soy triste, es que tengo motivos para estarlo.
VÍCTOR.?Y tu marido más triste que tú.
YERMA.?El, sí. Tiene un carácter seco.
VÍCTOR.?Siempre fue igual. (Pausa. YERMA está sentada.) ¿Viniste a traer la comida?
YERMA. ? Sí. , (Lo mira. Pausa.) ¿Qué tienes aquí? (Señala la cara.)
YERMA.?(Se levanta y se acerca a VÍCTOR.) Aquí., en la mejilla; como úna quemadura.
YERMA.?Quizá. . . (Pausa. El silencio se acentúa .y sin el menor gesto comienza una lucha
YERMA. ? Me había parecido que lloraba un niño.
YERMA. Muy cerca. Y lloraba como ahogado.
VÍCTOR.?Por aquí hay siempre muchos niños que vienen a robar fruta.
YERMA.?No. Es .la voz de un niño pequeño. (Pausa.)
YERMA.?Serán ilusiones mías. (Lo mira fijamente y VÍCTOR la mira también y desvía la mirada
JUAN.-No comprendo en qué te has entretenido.
JUAN.?Está bien. Así darás que hablar a las gentes.
JUAN.?No lo digo por ti, lo digo por las gentes.
YERMA.-¡Puñalada que le den a las gentes!
JUAN.-No maldigas. Está feo en una mujer.
JUAN.?Vamos a dejarnos de conversación. Vete a la casa. (Pausa.)
JUAN.?No. Estaré toda la noche regando. Viene poca agua, es mía hasta la salida del sol y
tengo que defenderla de los ladrones. Te acuestas y te duermes.
YERMA.?(Dramática.) ¡Me dormiré! (Sale.)
(Canto a telón corrido. Torrente donde lavan las mujeres del pueblo
Las lavanderas están situadas en varios pianos.)
LAVANDERA 1ª?A mí no me gusta hablar.
LAVANDERA 5ª?La que quiera honra que la gane.
LAVANDERA 1ª?Pero es que nunca se sabe nada.
LAVANDERA 4ª?Lo cierto es que el marido se ha llevado a vivir con ellos a sus dos hermanas.
LAVANDERA 4ª?Sí. Estaban encargadas de cuidar la iglesia y ahora cuidan de su cuñada. Yo no
LAVANDERA 4ª?Porque dan miedo. Son como esas hojas grandes que nacen de pronto sobre
los sepulcros. Están untadas con cera. Son metidas hacia dentro. Se me figura que guisan su
comida con el aceite de las lámparas.
LAVANDERA 4ª?Desde ayer. El marido sale otra vez a sus tierras.
LAVANDERA 1ª?Pero ¿se puede saber lo que ha ocurrido?
LAVANDERA 5ª?Anteanoche, ella la pasó sentada en el tranco, a pesar del frío.
LAVANDERA 4ª?Le cuesta trabajo estar en su casa.
LAVANDERA 5ª? Estas machorras son así: cuando podían estar haciendo encajes o confituras
de manzanas, les gusta subirse al tejado y andar descalzas por esos ríos.
LAVANDERA 1ª?¿Quién eres tú pare decir estas cosas? Ella no tiene hijos, pero no es por culpa
LAVANDERA 4ª?Tiene hijos la que quiere tenerlos. Es que las regalonas, las flojas, las
endulzadas no son a propósito pare llevar el vientre arrugado. (Ríen.)
LAVANDERA 3ª-Y se echan polvos de blancura y colorete y se prenden ramos de adelfa en
LAVANDERA 1ª?Pero ¿vosotras la habéis visto con otro?
LAYANDERA 4ª?Nosotras no, pero las gentes sí.
LAVANDERA 5ª?Dicen que en dos ocasiones.
LAVANDERA 4ª?Hay una cosa en el mundo que es la mirada. Mi madre lo decía. No es lo mismo
una mujer mirando unas rosas que una mujer mirando los muslos de un hombre. Ella lo mira.
LAVANDERA 4ª?A uno, ¿lo oyes? Entérate tú, ¿quieres que lo diga más alto? (Risas.) Y cuando
no lo mira, porque está sola, porque no lo tiene delante, lo lleva retratado en los ojos.
LAVANDERA 1ª? ¡Eso es mentira! (Algazara.)
LAVANDERA 3ª?El marido está como sordo. Parado, como un lagarto puesto al sol. (Ríen.)
LAVANDERA lª?Todo se arreglaría si tuvieran criaturas.
LAVANDERA 2ª?Todo esto son cuestiones de gente que no tiene conformidad con su sino.
LAVANDERA 4ª ? Cada hora que transcurre aumenta el infierno en aquella casa. Ella y las
cuñadas, sin despegar los labios, blanquean todo el día las paredes, friegan los cobres, limpian
con vaho los cristales, dan aceite a la solería, pues cuanto más relumbra la vivienda más arde
LAVANDERA 1ª?É1 tiene la culpa; él: cuando un padre no da hijos debe cuidar de su mujer.
LAVANDERA 4ª?La culpa es de ella que tiene por lengua un pedernal.
LAVANDERA 1ª?¿Qué demonio se te ha metido entre los cabellos para que hables así?
LAVANDERA 4ª?¿Y quién ha dado licencia a tu boca para que me des consejos?
LAVANDERA lª?Con una aguja de hacer calceta, ensartaría yo las lenguas murmuradoras.
LAVANDERA 4ª?Y yo la tapa del pecho de las fingidas.
LAVANDERA 2ª?Silencio. ¿No ves que por ahí vienen las cuñadas?
(Murmullos. Entran las dos cuñiadas de YERMA. Van vestidas de luto. Se ponen a levar en
LAVANDERA 3ª-Sí, ahora salen todos los rebaños.
LAVANDERA 4ª?Me gusta el olor de las ovejas.
LAVANDERA 4ª? ¿Y por qué no? Olor de lo que una tiene. Como me gusta el olor del fango rojo
LAVANDERA 5ª? (Mirando.) Van juntos todos los rebaños.
LAVANDERA 4ª?Es una inundación de lana. Arramblan con todo. Si los trigos verdes tuvieran
cabeza, temblarían de verlos venir.
LAVANDERA 3ª?¡Mire cómo corren! iQué manada de enemigos!
LAVANDERA 1ª?Ya salieron todos, no falta uno.
LAVANDERA 4ª ? A Ver. . ., no. Sí, sí, falta uno.
LAVANDERA 4ª?El de Víctor. (Las dos cuñadas se yerguen y miran.)
cuando el verano seca la sangre al segador.
Y abrir el vientre a pájaros sin sueño
cuando a la puerta llama temblando el invierno.
Porque la luz se nos quiebra en la garganta.
Porque se endulza el tallo de las ramas.
Y las tiendas del viento cubren a las montañas.
LAVANDERA 6ª?(Apareciendo en lo alto del torrente.)
Y las palomas abren las alas y el pico.
¡Ay de la que tiene los pechos de arena!
(Mueven los paños con ritmo y los golpean.)
(Casa de YERMA. Atardece. JUAN está sentado. Las dos CUÑADAS de pie.)
JUAN.?¿Dices que salió hace poco? (La hermana mayor contesta con la cabeza.) Debe de estar
en la fuente. Pero ya sabéis que no me gusta que salga sola. (Pause.) Puedes poner la mesa.
(Sale la hermana menor.) Bien ganado tengo el pan que como. (A su hermana.) Ayer pasé un
día duro. Estuve podando los manzanos y a la caída de la tarde me puse a pensar pare qué
pondría yo tanta ilusión en la faena si no puedo llevarme una manzana a la boca. Estoy harto.
(Se pass la mano por la cara. Pausa.) Esa no viene. Una de vosotras debía salir con ella,
porque para eso estáis aquí comiendo en mi mantel y bebiendo mi vino. Mi vida está en el
campo, pero mi honra está aquí. Y mi honra es también la vuestra. (La hermana incline la
(Entra YERMA con dos cántaros. Queda parada en la puerta.)
YERMA.?Para tener agua fresca en la comida. (Sale la otra hermana.) ¿Cómo están las tierras?
JUAN.?Ayer estuve podando los árboles. (YERMA deja los cántaros. Pausa.)
JUAN.-He de cuidar el ganado. Tú aabes que esto es cosa del dueño.
YERMA.?Lo sé muy bien. No lo repitas.
YERMA.?Y cada mujer la suya. No te pido yo que te quedes. Aquí tengo todo lo que necesito.
Tus hermanas me guardan bien. Pan tierno y requesón y cordero asado como yo aquí, y pasto
lleno de rocío tus ganados en el monte. Creo que puedes vivir en paz.
JUAN.?Para vivir en paz se necesita estar tranquilo.
JUAN.- ¿Es que no conoces mi modo de ser? Las ovejas en el redil y las mujeres en su casa. Tú
sales demasiado. ¿No me has oído decir esto siempre?
YERMA.?Justo. Las mujeres dentro de sus casas. Cuando las casas no son tumbas. Cuando las
sillas se rompen y las sábanas de hilo se gastan con el uso. Pero aquí no. Cada noche, cuando
me acuesto, encuentro mi cama más nueva, más reluciente, como si estuviera recién traída de
JUAN.?Tú misma reconoces que llevo razón al quejarme. ¡Que tengo motivos para estar alerta!
YERMA.?Alerta ¿de qué? En nada te ofendo. Vivo sumisa a ti, y lo que sufro lo guardo pegado a
mis carnes. Y cada día que pase será peor. Vamos a callarnos. Yo sabré llevar mi cruz como
mejor pueda, pero no me preguntes nada. Si pudiera de pronto volverme vieja y tuviera la
boca como una flor machacada, te podría sonreír y conllevar la vida contigo. Ahora, ahora
JUAN.?Hablas de una manera que yo no to entiendo. No te privo de nada. Mando a los pueblos
vecinos por las cosas que te gustan. Yo tengo mis defectos, pero quiero tener paz y sosiego
contigo. Quiero dormir fuera y pensar que tú duermes también.
YERMA.?Pero yo no duermo, yo no puedo dormir.
JUAN.?¿Es que te falta algo? Dime. ¡Contesta!
YERMA.- (Con intención y mirando fijamente al marido.) Sí, me falta. (Pausa.)
JUAN.?Siempre lo mismo. Hace ya más de cinco años. Yo casi lo estoy olvidando.
YERMA.?Pero yo no soy tú. Los hombres tienen otra vida, los ganados, los árboles, las
conversaciones; las mujeres no tenemos más que ésta de la cría y el cuidado de la cría.
JUAN.?Todo el mundo no es igual. ¿Por qué no te traes un hijo de tu hermano? Yo no me
YERMA.?No quiero cuidar hijos de otros. Me figuro que se me van a helar los brazos de
JUAN.?Con ese achaque vives alocada, sin pensar en lo que debías, y te empeñas en meter la
YERMA.?Roca que es una infamia que sea roca, porque debía ser un canasto de flores y agua
JUAN.?Estando a tu lado no se siente más que inquietud, desasosiego. En úitimo caso, debes
YERMA.?Yo he venido a estas cuatro paredes para no resignarme. Cuando tenga la cabeza
atada con un pañuelo para que no se me abra la boca, y las manos bien amarradas dentro del
ataúd, en esa hora me habré resignado.
YERMA.?Quiero beber agua y no hay vaso ni agua, quiero subir al monte y no tengo pies,
quiero bordar mis enaguas y no encuentro los hilos.
JUAN.?Lo que pasa es que no eres una mujer verdadera y buscas la ruina de un hombre sin
YERMA.?Yo no sé quién soy. Déjame andar y desahogarme. En nada te he faltado.
JUAN.?No me gusta que la gente me señale. Por eso quiero ver cerrada esa puerta y cada
(Sale la HERMANA PRIMERA lentamente y se acerca a una alacena.)
YERMA.?Hablar con la gente no es pecado.
(Sale la otra hermana y se dirige a los cántaros en los cuales llena una jarra.)
JUAN.?(Bajando la voz.) Yo no tengo fuerzas para estas cosas. Cuando te den conversación
cierra la boca y piensa que eres una mujer casada.
JUAN.?Y que las familias tienen honra y la honra es una carga que se lleva entre dos. (Sale la
hermana con la jarra, lentamente.) Pero que está oscura y débil en los mismos caños de la
sangre. (Sale la otra hermana con una fuente de modo casi procesional. Pausa.) Perdóname.
(YERMA mira a su marido, éste levanta la cabeza y se tropieza con la mirada.) Aunque me
miras de un modo que no debía decirte: perdóname, sino obligarte, encerrarte, porque para
(Aparecen las dos hermanas en la puerta.)
YERMA.?Te ruego que no hables. Deja quieta la cuestión. (Pausa.)
JUAN.?Vamos a comer. (Entran las hermanas.) ¿Me has oído?
YERMA.?(Dulce.) Come tú con tus hermanas. Yo no tengo hambre todavía.
¡Ay, qué puerta cerrada a la hermosura!,
que hacen latir la rama de mi angustia.
¿Por qué pasas tan de prisa por mi puerta?
MARÍA.?(Entra con un niño en brazos.) Cuando voy con el niño lo hago., ¡como siempre
YERMA.?Tienes razón. (Coge al niño y se sienta.)
MARÍA.?Me da tristeza que tengas envidia.
YERMA.?No es envidia lo que tengo; es pobreza.
YERMA.?¡Cómo no me voy a quejar cuando te veo a ti y a otras mujeres llenas por dentro de
flores, y viéndome yo inútil en medio de tanta hermosura!
MARÍA.?Pero tienes otras cosas. Si me oyeras podrías ser feliz.
YERMA.?La mujer de campo que no da hijos es inútil como un manojo de espinos, y hasta
mala, a pesar de que yo sea de este desecho dejado de la mano de Dios. ( MARÍA hace un
YERMA.?Tómalo, contigo está más a gusto. Yo no debo tener manos de madre.
YERMA.?(Se levanta.) Porque estoy harta. Porque estoy harta de tenerlas y no poderlas usar en
cosa propia. Que estoy ofendida, ofendida y rebajada hasta lo último, viendo que los trigos
apuntan, que las fuentes no cesan de dar agua y que paren las ovejas cientos de corderos, y
las perras, y que parece que todo el campo puesto de pie me enseña sus crías tiernas,
adormiladas, mientras yo siento dos golpes de martillo aquí, en lugar de la boca de mi niño
YERMA.?Las mujeres cuando tenéis hijos no podéis pensar en las que no los tenemos. Os
quedáis frescas, ignorantes, como el que nada en agua dulce y no tiene idea de la sed.
MARÍA.-No te quiero decir lo que te digo siempre.
YERMA.?Cada vez tengo más deseos y menos esperanzas.
YERMA.?Acabaré creyendo que yo misma soy mi hijo. Muchas veces bajo yo a echar la comida
a los bueyes, que antes no lo hacía, porque ninguna mujer lo hace, y cuando paso por lo oscuro
del cobertizo mis pasos me suenan a pasos de hombre.
MARÍA.?Cada criatura tiene su razón.
YERMA.?A pesar de todo sigue queriéndome. ¡Ya ves cómo vivo!
YERMA.?Muerta me vea y sin mortaja, si alguna vez les dirijo la conversación.
YERMA. ? Figuraciones. De gente que no tiene la conciencia tranquila. Creen que me puede
gustar otro hombre y no saben que aunque me gustara, lo primero de mi casta es la honradez.
Son piedras delante de mí. Pero ellos no saben que yo, si quiero, puedo ser agua de arroyo que
(Una hermana entra y sale Ilevando un pan.)
MARÍA. ? De todas maneras, creo que tu marido te sigue queriendo.
MARÍA.?¡Qué trabajos estás pasando, qué trabajos! Pero acuérdate de las llagas de Nuestro
YERMA.?(Mirando al niño.) Ya ha despertado.
MARÍA.?Dentro de poco empezará a cantar.
YERMA.?Los mismos ojos que tú, ¿lo sabías? ¿Los has visto? (Llorando.) ¡Tiene los mismos ojos
que tienes tú! ( YERMA empuja suavemente a MARÍA y ésta sale silenciosa. YERMA se dirige a
MUCHACHA 2ª?Esperé a que saliera. Mi madre te está aguardando.
MUCHACHA 2ª?¿Pero vas a ir? ¿No te da miedo?
YERMA.?¡Que me esperen aunque sea tarde! (Entra VÍCTOR.)
MUCHACHA 2ª? (Cómplice.) Entonces, luego, yo traeré la blusa,
YERMA.?Cuando quieras. (Sale la MUCHACHA.) Siéntate.
VÍCTOR.?Vengo a despedirme. (Se estremece ligeramente, pero vuelve a su serenidad.)
YERMA.?Haces bien de cambiar de campos.
VÍCTOR. ? Todos los campos son iguales.
VÍCTOR.?Es todo lo mismo. Las mismas ovejas tienen la misma lana.
YERMA.?Para los hombres, sí; pero las mujeres somos otra cosa. Nunca oí decir a un hombre
comiendo: qué buenas son estas manzanas. Vais a lo vuestro sin reparar en las delicadezas. De
mí sé decir que he aborrecido el agua de estos pozos.
VÍCTOR.?Puede ser. (La escena está en una suave penumbra.)
YERMA. ¿Por qué te vas? Aquí las gentes lo quieren.
YERMA.?Te portaste bien. Siendo zagalón me llevaste una vez en brazos, ¿no recuerdas? Nunca
YERMA. ? Algunas cosas no cambian. Hay cosas encerradas detrás de los muros que no pueden
VÍCTOR.?Así es. (Aparece la HERMANA SEGUNDA y se dirige lentamente hacia la puerta, donde
queda fija, iluminada por la última luz de la tarde.)
YERMA.?Pero que si salieran de pronto y gritaran, llenarían el mundo.
VÍTOR.?No se adelantaría nada. La acequia por su sitio, el rebaño en el redil, la luna en el cielo
YERMA. ? ¡Qué pena más grande no poder sentir las enseñanzas de los viejos! ¡Se oye el
sonido largo y melancólico de las caracolas de los pastores.)
VÍCTOR. Y quiero pasar el puerto antes del amanecer.
JUAN.?(A YERMA.) Le compré los rebaños.
VÍCTOR.?Tu marido ha de ver su hacienda colmada.
YERMA.?El fruto viene a las manos del trabajador que lo busca. (La hermana que está en la
JUAN.?Ya no tenemos sitio donde meter tantas ovejas.
YERMA.– (Sombría.) La tierra es grande. (Pausa.)
JUAN.?Iremos juntos hasta el arroyo.
VíCTOR.?Deseo la mayor felicidad para esta casa. (Le da la mono a YERMA.)
(VÍCTOR le da salida y, a un movimiento imperceptible de YERMA, se vuelve.)
VÍCTOR. ? Gracias. (Salen. YERMA queda angustiada mirándose la mano que ha dado a
VÍCTOR. YERMA se dirige rápidamente hacia la izquierda y toma un mantón.)
MUCHACHA 2ª?Vamos. (En silencio, tapándole la cabeza.)
(La escena está casi a oscuras. Sale la HERMANA PRIMERA con un velón que no debe dar al
teatro luz ninguna sino la natural que lleva. Se dirige al fin de la escena, buscando a YERMA.
(Sale la HERMANA SEGUNDA. Se miran las dos y se dirigen hacia la puerta.)
CUÑADA 1ª? (Dirigiéndose a la puerta y con una imperiosa voz.) ¡Yerma!
(Se oyen las caracolas y los cuernos de los pastores. La escena está oscurísima.)
(Casa de la DOLORES la conjuradora. Está amaneciendo. Entra YERMA
VIEJA 1ª?No hay en el mundo fuerza como la del deseo.
VIEJA 2ª?Pero el cementerio estaba demasiado oscuro.
DOLORES.?Muchas veces yo he hecho estas oraciones en el cementerio con mujeres que
ansiaban críos y todas han pasado miedo. Todas menos tú.
YERMA.?Yo he venido por el resultado. Creo que no eres mujer engañadora.
DOLORES.?No soy. Que mi lengua se llene de hormigas, como está la boca de los muertos, si
alguna vez he mentido. La última vez hice la oración con una mujer mendicante que estaba
seca más tiempo que tú, y se le endulzó el vientre de manera tan hermosa que tuvo dos
criaturas ahí abajo en el río, porque no le daba tiempo de llegar a las casas, y ella misma las
trajo en un pañal para que yo las arreglase.
YERMA. ¿Y pudo venir andando desde el río?
DOLORES.?Vino. Con los zapatos y las enaguas empapados de sangre. pero con la cara
DOLORES. ? ¿Qué le iba a pasar? Dios es Dios.
YERMA.? Naturalmente. Dios es Dios. No le podia pasar nada. Sino agarrar las criaturas y
lavarlas con agua viva. Los animales los lamen, ¿verdad? A mí no me da asco de mi hijo. Yo
tengo la idea de que las recién paridas están como iluminadas por dentro y los niños se
duermen horas y horas sobre ellas, oyendo ese arroyo de leche tibia que les va llenando los
pechos pare que ellos mamen, para que ellos jueguen hasta que no quieran más, hasta que
retiren la cabeza: "otro poquito más, niño." y se les llene la cara y el pecho de gotas blancas.
DOLORES.?Ahora tendrás un hijo. Te lo puedo asegurar.
YERMA.?Lo tendré porque lo tengo que tener. O no entiendo el mundo. A veces, cuando ya
estoy segura de que jamás, jamás . . . , me sube como una oleada de fuego por los pies y se
me quedan vacías todas las cosas, y los hombres que andan por la calle y los toros y las
piedras me parecen como cosas de algodón. Y me pregunto: ¿para qué estarán ahí puestos?
VIEJA lª?Está bien que una casada quiera hijos, pero si no los tine, ¿por qué esa ansia de ellos?
Lo importante de este mundo es dejarse llevar por los años. No te critico. Ya has visto cómo he
ayudado a los rezos. Pero, ¿qué vega esperas dar a tu hijo ni qué felicidad, ni qué silla de
YERMA.?Yo no pienso en el mañana, pienso en el hoy. Tú estás vieja y lo ves ya todo como un
libro leído. Yo pienso que tengo sed y no tengo libertad. Yo quiero tener a mi hijo en los brazos
para dormir tranquila, y óyelo bien y no te espantes de lo que digo: aunque yo supiera que mi
hijo me iba a martirizar después y me iba a odiar y me iba a llevar de los cabellos por las
calles, recibiría con gozo su nacimiento, porque es mucho mejor llorar por un hombre vivo que
nos apuñala, que llorar por este fantasma sentado año tras año encima de mi corazón.
VIEJA 1ª?Eres demasiado joven para oír conseio. Pero mientras esperas la gracia de Dios debes
YERMA.?¡Ay! Has puesto el dedo en la llaga más honda que tienen mis carnes.
YERMA. ? (Se levanta.) ¡Es bueno! ¡Es bueno! ¿Y qué? Ojalá fuera malo. Pero no. El va con sus
ovejas por sus caminos y cuenta el dinero por las noches. Cuando me cubre cumple con su
deber, pero yo le noto la cintura fría como si tuviera el cuerpo muerto y yo, que siempre he
tenido asco de las mujeres calientes, quisiera ser en aquel instante como una montaña de
YERMA.?No soy una casada indecente; pero yo sé que los hijos nacen del hombre y de la
mujer. ¡Ay, si los pudiera tener yo sola!
DOLORES. ? Piensa que tu marido también sufre.
YERMA.?No sufre. Lo que pasa es que él no ansía hijos.
YERMA.?Se lo conozco en la mirada, y como no los ansía no me los da. No lo quiero, no lo
quiero y, sin embargo, es mi única salvación. Por honra y por casta. Mi única salvación.
VIEJA 1ª? (Con miedo.) Pronto empezará a amanecer. Debes ir a tu casa.
DOLORES.?Antes de nada saldrán los rebaños y no conviene que te vean sola.
YERMA.?Necesitaba este desahogo. ¿Cuántas veces repito las oraciones?
DOLORES.?La oración del laurel dos veces, y al mediodía la oración de Santa Ana. Cuando te
sientas encinta me trees la fanega de trigo que me has prometido.
VIEJA 1ª?Por encima de los montes ya empieza a clarear. Vete.
DOLORES.?Como en seguida empezarán a abrir los portones, te vas dando un rodeo porla
YERMA.?(Con desaliento.) ¡No sé por qué he venido!
DOLORES. ? (Turbada.) Si tienes miedo te acompañaré hasta la esquina.
VIEJA 1ª? (Con inquietud.) Van a ser las claras del día cuando llegues a tu puerta. (Se oyen
VIEJA lª?No es nadie. Anda con Dios. ( YERMA se dirige a la puerta y en este momento llaman
a ella. Las tres mujeres quedan parades.)
YERMA. ? Abre. (DOLORES duda.) ¿Abres o no?
(Se oyen murmullos. Aparece JUAN con las dos CUÑADAS. )
JUAN. ¿Qué haces en este sitio? Si pudiera dar voces levantaría a todo el pueblo para que viera
dónde iba la honra de mi casa; pero he de ahogarlo todo y callarme porque eres mi mujer.
YERMA.?Si pudiera dar voces también las daría yo pare que se levantaran haste los muertos y
JUAN. ? ¡No, eso no! Todo lo aguanto menos eso. Me engañas, me envuelves y como soy un
hombre que trabaja la tierra no tengo ideas para tus astucias.
DOLORES.?(Fuerte.) Tu mujer no ha hecho nada malo.
JUAN.?Lo está haciendo desde el mismo día de la boda. Mirándome con dos agujas, pasando
las noches en vela con los ojos abiertos al lado mío y llenando de malos suspiros mis
JUAN.?Y yo no puedo más. Porque se necesita ser de bronce para ver a tu lado una mujer que
te quiere meter los dedos dentro del corazón y que se sale de noche fuera de su casa, ¿en
busca de qué? ¡Dime!, ¿buscando qué? Las calles están llenas de machos. En las calles no hay
YERMA.?No te dejo hablar ni una sola palabra.Ni una más. Te figuras tú y tu gente que sois
vosotros los únicos que guardáis honra, y no sabes que mi casta no ha tenido nunca nada que
ocultar. Anda. Acércate a mí y huele mis vestidos: ¡acércate! A ver dónde encuentras un olor
que no sea tuyo, que no sea de tu cuerpo. Me pones desnuda en mitad de la plaza y me
escupes. Haz conmigo lo que quieras, que soy tu mujer, pero guárdate de poner nombre de
JUAN.?No soy yo quien lo pone, lo pones tú con tu conducta y el pueblo lo empieza a decir. Lo
empieza a decir claramente. Cuando llego a un corro, todos callan; cuando voy a pesar la
harina, todos callan y hasta de noche, en el campo, cuando despierto me parece que también
se callan las ramas de los árboles.
YERMA.?Yo no sé por qué empiezan los malos aires que revuelcan al trigo; ¡y mira tú si el trigo
JUAN.?Ni yo sé lo que busca una mujer a todas horas fuera de su tejado.
YERMA.?(En un arranque y abrazándose a su marido.) Te busco a ti Te busco a ti, es a ti a
quien busco día y noche sin encontrar sombra donde respirar. Es tu sangre y tu amparo lo que
YERMA.?No me apartes y quiere conmigo.
YERMA.?Mira que me quedo sola. Como si la luna se buscara ella misma por el cielo. ¡Mírame!
JUAN.?(La mira y la aparta bruscamente.) ¡Déjame ya de una vez!
YERMA.?(Alto.) Cuando salía por mis claveles me tropecé con el muro. ¡Ay! ¡Ay! Es en ese
muro donde tengo que estrellar mi cabeza.
YERMA. ? (A gritos.) Maldito sea mi padre que me dejó su sangre de padre de cien hijos.
Maldita sea mi sangre que los busca golpeando por las paredes.
DOLORES. ? ¡Viene gente! Habla bajo.
YERMA.?No me importa. Dejarme libre siquiera la voz, ahora que voy entrando en lo más
oscuro del pozo. (Se levanta.) Dejar que de mi cuerpo salga siquiera esta cosa hermosa y que
YERMA.?¡Eso! ¡Eso! Silencio. Descuida.
YERMA.-Ya está! ¡Ya está! ¡Y es inútil que me retuerza las manos! Una cosa es querer con la
YERMA.?(Bajo.) Una cosa es querer con la cabeza y otra cosa es que el cuerpo, ¡maldito sea el
cuerpo!, no nos responda. Está escrito y no me voy a poner a luchar a brazo partido con los
mares. ¡Ya está! ¡Que mi boca se quede muda! (Sale.)
(Alrededores de una ermita, en plena montaña. En primer término, unas ruedas de carro y
unas mantas formando una tienda rústica donde está YERMA. Entran las mujeres con ofrendas
a la ermita. Vienen descalzas. En escena está la vieja alegre del primer acto.)
VIEJA.?(Con sorna.) ¿Habéis bebido ya el aqua santa?
VIEJA.?Venís a pedir hijos al Santo y resulta que cada año vienen más hombres solos a esta
MUJER 1ª?¿A qué vienes aquí si no crees?
VIEJA.? A ver. Yo me vuelvo loca por ver. Y a cuidar de mi hia. El año pasado se mataron dos
por una casada seca y quiero vigilar. Y en último caso, vengo porque me da la gana.
MUJER 1ª?¡Que Dios te perdone! (Entran.)
VIEJA.?(Con .sarcasmo.) Que te perdone a ti. (Se va. Entra MARÍA con la MUCHACHA 1ª)
MARÍA.?Ahí tienes el carro. Me costó mucho que vinieran. Ella ha estado un mes sin levantarse
de la silla. Le tengo miedo. Tiene una idea que no sé cuál es, pero desde luego es una idea
MUCHACHA 1ª?Yo llegué con mi hermana. Lleva ocho años viniendo sin resultado.
MARÍA.?Tiene hijos la que los tiene que tener.
MARÍA.?Nunca me gustó esta romería. Vamos a las eras, que es donde está la gente.
MUCHACHA 1ª? El año pásado, cuando se hizo oscuro, unos mozos atenazaron con sus manos
MARÍA.?En cuatro leguas a la redonda no se oyen más que palabras terribles.
MUCHACHA 1ª? Más de cuarenta toneles de vino he visto en las espaldas de la ermita.
MARÍA.=Un río de hombres solos baja esas sierras.
(Salen. Se oyen votes. Entra YERMA con seis mujeres que van a la iglesia. Van descalzas y
llevan cirios rizados. Empieza el anochecer.)
(Salen muchachas corriendo, con largas cintas en las manos, por la izquierda. Por la derecha,
otras tres mirando hacia atrás. Hay en la escena como un crescendo de voces y de ruidos de
cascabeles y colleras de campanilleros. En un plano superior aparecen las siete muchachas que
agitan las cintas hacia la izguierda. Crece el ruido y entran dos máscaras populares. Una como
macho y otra como hembra. Llevan grandes caretas. El macho empuña un cuerno de toro en la
mano. No son grotescas de ningún modo, sino de gran belleza y con un sentido de pura tierra.
La hembra agita un collar de grandes cascabeles. El fondo se Ilena de gente que grita y
comenta la danza. Está muy anochecido. )
NIÑOS.?¡El demonio y su mujer! ¡El demonio y su mujer!
(Se van bailando con son de palmas y sonrisas. Cantan.)
(Vuelven a pasar dos muchachas gritando. Entra la VIEJA alegre.)
VIEJA.?A ver si luego nos dejáis dormir. Pero luego será ella. (Entra YERMA. ) ¡Tú! (YERMA está
abatida y no habla.) Dime, ¿para qué has venido?
VIEJA.?¿No te convences? ¿Y tu esposo? ( YERMA da muestras de cansancio y de persona a la
YERMA. ? Bebe. (Pausa. Llevándose Las manos a la frente.) ¡Ay!
VIEJA.?¡Ay, ay! Menos ¡ay! Y más alma. Antes no he podido decirte nada, pero ahora sí.
YERMA.?¡Y qué me vas a decir que ya no sepal
VIE JA.?Lo que ya no se puede callar. Lo que está puesto encima del tejado. La culpa es de to
marido. ¿Lo oyes? Me dejaría cortar las manos. Ni su padre, ni su abuelo, ni su bisabuelo, se
portaron como hombres de casta. Para tener un hijo ha sido necesario que se junte el cielo con
la tierra. Están hechos con saliva. En cambio, tu gente no. Tienes hermanos y primos a cien
leguas a la redonda. Mira qué maldición ha venido a caer sobre to hermosura.
YERMA.?Una maldición. Un charco de veneno sobre las espigas.
VIEJA.?Pero tú tienes pies para marcharte de tu casa.
VIEJA.?Cuando te vi en la romería me dio un vuelco el corazón. Aquí vienen las mujeres a
conocer hombres nuevos. Y el Santo hace el milagro. Mi hijo está sentado detrás de la ermita
esperándote. Mi casa necesita una mujer. Vete con él y viviremos los tres juntos. Mi hijo sí es
de sangre. Como yo. Si entras en mi casa todavía queda olor de tunas. La ceniza de tu colcha
se te volverá pan y sal para las crías. Anda. No te importe la gente. Y en cuanto a tu marido,
hay en mi casa entrañas y herramientas para que no cruce siquiera la calle.
YERMA. ?¡Calla, calla, si no es eso! Nunca lo haría. Yo no puedo ir a buscar. ¿Te figuras que
puedo conocer otró hombre? ¿Dóndé pones mi honra? El agua no se puede volver atrás ni la
luna llena sale al mediodía. Vete. Por el camino que voy, seguiré. ¿Has pensado en serio que yo
me pueda doblar a otro hombre? ¿Qué yo vaya a pedirle lo que es mío como una esclava?
Conóceme, para que nunca me hables más. Yo no busco.
VIGJA. ? Cnando se tiene sed, se agradece el agua.
YERMA.?Yo soy como un campo seco donde caben arando mil pares de bueyes y lo que tú me
das es un pequeño vaso de agua de pozo. Lo mío es dolor que ya no está en las carnes.
VIEJA.?(Fuerte.) Pues sigue así. Por tu gusto es. Como los cardos del secano, pinchosa,
YERMA. ? (Fuerte.) ¡Marchita, sí, ya lo sé! ¡Marchita! No es preciso que me lo refriegues por la
boca. No vengas a solazarte como los niños pequeños en la agonía de un animalito. Desde que
me casé estoy dándole vueltas a esta palabra, pero es la primers vez que la oigo, la primers
vez que me la dicen en la cara. La primer vez que veo que es verdad.
VIEIA.?No me das ninguna lástima, ninguna. Yo buscaré otra mujer para mi hijo.
(Se va. Se oye un gran coro lejano cantando por los romeros. YERMA se dirige hacia el carro y
YERMA. ¿Y qué? Déjame y vete a los cantos. (Se sienta en las mantas.)
JUAN.?También es hora de que yo hable.
JUAN?Que tengo el amargor en la garganta.
JUAN.?Ha llegado el último minuto de resistir este continuo lamento por cosas oscuras, fuera
de la vida, por cosas que están en el sire.
YERMA. ? (Con asombro dramático.) ¿Fuera de la vida, dices? ¿En el sire, dices?
JUAN.?Por cosas que no han pasado y ni tú ni yo dirigimos.
JUAN.?Por cosas que a mí no me importan. ¿Lo oyes? Que a mí no me importan. Ya es
necesario que te lo diga. A mí me importa lo que tengo entre las manos. Lo que veo por mis
YERMA.?(Incorporándose de rodillas, desesperada.) Así, así. Eso es lo que yo quería oír de tus
labios. No se siente la verdad cuando está dentro de una misma, pero ¡qué grande y cómo grita
cuando se pone fuera y levanta los brazos! ¡No te importa! ¡Ya lo he oído.
JUAN.?(Acercandose.) Piensa que tenía que pasar así. Óyeme. (La abraza para incorporarla.)
Muchas mujeres serían felices de llevar tu vida. Sin hijos es la vida más dulce. Yo soy felíz no
teniéndolos. No tenemos culpa ninguna.
YERMA.?(Excitada.) ¡Eso! Buscabas la casa, la tranquilidad y una mujer. Pero nada más. ¿Es
JUAN.?(Fuerte.) ¿No oyes que no me importa? ¡No me preguntes más! ¡Que te lo tengo que
gritar al oído para que to sepas, a ver si de una vez vives ya tranquila!
YERMA. ¿Y nunca has pensado en él cuando me has visto desearlo?
JUAN.?Y a vivir en paz. Uno y otro, con suavidad, con agrado. ¡Abrázame! (La ábraza.)
JUAN.?A ti to busco. Con la luna estás hermosa.
YERMA.?Me buscas como cuando te quieres comer una paloma.
YERMA.?Eso nunca, nunca. ( YERMA da un grito y aprieta la garganta de su esposo. Éste cae
hacia atrás. Le apriéta la garganta hasta matarle. Empieza el coro de la romería.) Marchita.
Marchita, pero segura. Ahora sí que lo sé de cierto. Y sola. (Se levanta. Empieza a llegar
gente.) Voy a descansar sin despertarme sobresaltada, para ver si la sangre me anuncia otra
sangre nueva. Con el cuerpo seco para siempre. ¿Qué queréis saber? No os acerquéis, porque
he matado a mi hijo, ¡yo misma he matado a mi hijo! (Acude un grupo que queda al fondo. Se
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