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El Magreb entre el Mediterráneo y el Atlántico Para abordar la modernidad del siglo XXI los paísesdel Magreb tienen que poner en marcha unprofundo proceso de reforma política.
Miguel Ángel Moratinos El debate que sugiere el título de este artículo es líferas hacen recapacitar a Washington acerca de su pre- novedoso y más que nunca necesario. Novedo- sencia en la zona. El enfrentamiento Este-Oeste perdura- so porque pocas veces, o muy raramente a nivel ba, y la monarquía alauí resultaba para EE UU un bastión académico y pluridimensional, se ha debatido la pro- más firme y estable para la defensa de sus intereses. Las yección político-estratégica de una zona geográfica co- veleidades tercermundistas y socializantes de Argelia y de mo es el Magreb en la que los intereses atlánticos, léa- los dirigentes polisarios sirvieron de excusa para esta ayu- se norteamericanos, o la comunidad mediterránea, lé- da norteamericana. Por otra parte, no hay que olvidar que ase Europa, se disputan esta zona de influencia.
en 1969 Muammar el Gaddafi ya había tomado el poder Desde que en 1908 el nacionalista tunecino Ali Ach en Libia y que las compañías petrolíferas americanas tu- Bamba hiciera un llamamiento a esta “conciencia ma- vieron que “hacer las maletas” y repatriarse.
grebí”, mucho sol se ha acumulado en las magníficas En definitiva, exagerando al máximo, el “Atlántico”, arenas del desierto de los cinco países magrebíes.
es decir, EE UU, tenía unos intereses definidos: “el pe- Es cierto que el Magreb vivió siempre vinculado a la tróleo y la obtención de una plataforma político-mili- “vieja Europa”, atenazada por los lazos coloniales y la tar”. Por su parte, la vieja Europa deseaba mantener su red de dependencia de las antiguas metrópolis. Estados relación basada en garantizar el suministro de la pro- Unidos, por el contrario, se precipitaba a reconocer la ducción agrícola del Sur y facilitar la llegada de mano independencia de todos estos países y a enviar sus pri- de obra para el proceso de reconstrucción económica.
meros embajadores, a ofrecer su nueva tecnología pa- Esos años son el período de la penetración soviética y ra acceder a los descubrimientos petrolíferos.
de los ideales comunistas y no hay que extrañarse, por tan- Geográficamente, el Magreb –si exceptuamos la cos- to, que la administración norteamericana iniciase un cam- ta atlántica de Marruecos y Mauritania– es Mediterráneo.
bio de política y apoyase a los incipientes movimientos is- Pero política y militarmente, tuvo algunas veleidades lámicos, en particular en Argelia. Las elecciones de 1991 en atlánticas. Todos recordamos las afirmaciones del rey Argelia y la victoria del Frente Islámico de Salvación (FIS) Hassán II de eliminar la última letra, “la n”, de la Organi- será un momento de inflexión. Entonces la posición del de- zación del Tratado del Atlántico Norte. Marruecos quizá partamento de Estado de EE UU no era tan negativa hacia necesitaba reforzar su pertenencia a Occidente no sólo el FIS. Hubo mucho debate al respecto. Por una parte, se bajo unas subcontratas de bases militares en su territo- contraponía la necesidad de respetar el proceso electoral y, por otra, el deseo de evitar el ascenso definitivo de los is- Marruecos, a pesar de su vinculación con la antigua lamistas. Se empezaba a reflexionar en torno al dicho “un metrópolis, y en particular con Francia, no desarrolló su hombre, un voto, una sola vez”. El golpe blando y la depo- mediterraneidad, ni siquiera la definió ni supo potenciarla.
sición del presidente Chadli Benyedid abrieron la puerta a El “Maroc fertile” fue el legado francés y Casablanca el po- este nuevo capítulo en la historia de Argel. Desde enton- lo político-económico del nuevo Estado independiente.
ces, Argelia ha buscado un mayor entendimiento con Es cierto que sin que existiese una clara división de pape- Washington y Estados Unidos ha mostrado su clara opo- les, el norte de África se dejó como “domaine reservé” de sición a los movimientos islámicos.
Francia, con algunas participaciones limitadas de italia-nos y españoles. EE UU todavía no tenía definida su po- lítica de Oriente Próximo y le bastaba con el petróleo delGolfo, bien controlado por las “Siete Hermanas”. Sólo con la disputa del Sáhara Occidental vemos on- Tras la caída del muro de Berlín y el final de la bipo- laridad, es indudable que ya no estamos en un con- dear banderas norteamericanas durante la Marcha Ver- texto Este-Oeste. El Magreb empezaba a constatar de. Los fosfatos, la pesca y las eventuales riquezas petro- que su futuro dependería de sus propias decisiones. Na- Miguel Ángel Moratinos es diplomático y hasta hace poco Representante Especial de la Unión Europea en Oriente Próximo.
die debería escribir su historia. Pa-ra ello, además de entender el nue-vo contexto político general que vi-vía la sociedad internacional, ten-dría que responder a las exigenciasy aspiraciones internas de sus res-pectivos ciudadanos. En esta nue-va situación, el Magreb tiene que re-plantearse su destino y responderante el dilema de escoger entre ununilateralismo trasnochado o unaintegración regional modernizado-ra. Un unilateralismo mal entendi-do sólo llevará a cada uno de estospaíses hacia una situación insoste-nible e inviable de cara a alcanzarunos mínimos logros políticos, so-ciales y económicos insuficientespara movilizar a sus sociedades.
En una de las últimas audiencias de Moratinos con el monarca alauí, Hassán II recordaba con nostalgia su participación en 1943 en la Conferencia de Casablanca en la que Theodore Roosevelt y Winston Churchill definieron la estrategia de los aliados en la Segunda Guerra mundial. / Reuters-Cordón Press de Europa, en especial Francia, Ita-lia y España, el Magreb debería ace- que permitan que esta ayuda financiera sea más eficaz.
lerar todo su proceso de integración regional. O logra crear Hay que plantear un “pacto político” en el que se ofrez- éste y superar sus viejas rivalidades, o difícilmente podrá ca a los socios del Magreb una relación privilegiada, más atender a las exigencias y aspiraciones de sus pueblos.
allá de los actuales Acuerdos de Asociación, pero sin lle- Mucho se ha escrito sobre la urgencia y la necesidad gar por ello al estatus de país miembro de la UE, es de- de consolidar la Unión del Magreb Árabe (UMA). El pre- cir, “todo menos las instituciones”, como señala el pre- cio de su no construcción sería tan elevado que esta ac- sidente de la Comisión, Romano Prodi.
titud sería suicida. No tiene sentido seguir contemplando A partir de ese momento, y como consecuencia de la el Magreb como una zona de influencia y batalla entre nueva iniciativa de la Comisión Una Europa más am- EE UU y Europa. Por desgracia, el Magreb, salvo la cues- plia habría que incorporar las nuevas propuestas hori- tión del Sahara Occidental, no ha sido objeto de diálo- zontales de las que se benefician los 25 países de la UE go estratégico a ambos lados del Atlántico.
para que el Magreb pudiese a su vez beneficiarse.
Por lo tanto, es necesario encontrar puntos de con- La administración de EE UU debería iniciar con ur- vergencia y saber distribuir los papeles de actuación. En gencia un diálogo estratégico con la UE y tratar de al- este sentido, si nos referimos al Mediterráneo occiden- canzar una posición común para abordar las cuestiones tal, es decir, al Magreb, convendría fijar las obligaciones esenciales que, por el momento, bloquean la consolida- y compromisos que cada parte debe asumir. Se trataría ción de la UMA y constituyen los factores de desestabi- de elaborar una “hoja de ruta” en la que las responsabi- lización. Se debería fijar una posición clara en relación lidades de los países del Magreb, de Europa y de EE UU con el Sáhara Occidental y hacer de ella el instrumento para resolver el impasse argelino-marroquí. La lucha con- En primer lugar, debe quedar claro que la principal res- tra el terrorismo, el acceso a las nuevas tecnologías y una ponsabilidad recae en los propios magrebíes, sus autori- política de libre cambio serían otros elementos básicos dades y su sociedad; son ellos mismos quienes deben lle- de esta involucración norteamericana.
var a cabo un ejercicio profundo de introspección histó- Hoy más que nunca sería un grave error utilizar el es- rica y extraer las conclusiones necesarias para abordar el cenario magrebí para una disputa estratégica entre EE acceso a la modernidad del siglo XXI. Para ello parece evi- UU y Europa. Hoy es más necesario que ayer definir un dente la necesidad de poner en marcha un profundo pro- claro reparto de papeles en esta zona. El Magreb sólo ceso de reforma política. El Estado de Derecho, la partici- podrá superar sus contradicciones internas y externas pación política y la vertebración de la sociedad son esen- si es “mediterránea”, es decir, si se inserta en este nue- ciales a la hora de diseñar estos futuros pasos.
vo espacio euromediterráneo. Esto no requiere necesa- La Unión Europea (UE) debería en este sentido ser- riamente una contribución activa y constructiva de EE vir de impulso y catalizador. No se trata de condicionar UU para estabilizar esta región y permitir su desarrollo automáticamente su ayuda de manera taxativa, pero sí de exigir la creación de condiciones político-jurídicas

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